‘What a Fool Believes’: la canción que desenmascara nuestras falsas memorias

"What a Fool Believes" no es solo una canción de amor, sino una historia universal sobre cómo la mente nos juega trucos, sobre cómo idealizamos los recuerdos y a las personas hasta darles un brillo que quizá nunca tuvieron.

diciembre 21, 2024

Por Arturo Roti

Corrían los años 1979 o 1980, los detalles exactos se pierden en la niebla de la memoria, pero el escenario sí lo recuerdo nítido: yo era apenas un niño, sentado en la puerta de la casa con una grabadora Panasonic apoyada en las rodillas y un cassette Sony listo para capturar la magia. Era un ritual sagrado: esperar pacientemente a que el locutor de la radio se callara de una vez por todas y dejar espacio para grabar las canciones del momento. Con la mano pegada al botón de *rec* y *play*, esa tarde mi espera se vio recompensada con una melodía que, sin saberlo, quedaría grabada tanto en el cassette como en mi memoria.  

La canción era «What a Fool Believes» de The Doobie Brothers. Desde el primer compás, algo me atrapó: ese ritmo pegajoso, el beat suave y la voz inconfundible de Michael McDonald deslizándose entre teclados y armonías. La letra, claro, no la entendía en ese entonces; solo me dejaba llevar por la música, por la sensación de que había capturado algo importante en aquel cassette, como un pequeño tesoro de la radio.  

Años después, esa misma canción volvió a mi mente de forma inesperada. Esta vez no fue por el ritmo ni por la nostalgia de las grabadoras y los cassettes, sino porque su mensaje comenzó a tomar un sentido mucho más profundo. Y entonces entendí que «What a Fool Believes» no es solo una canción de amor, sino una historia universal sobre cómo la mente nos juega trucos, sobre cómo idealizamos los recuerdos y a las personas hasta darles un brillo que quizá nunca tuvieron.  

Porque, aceptémoslo, a todos nos ha pasado alguna vez. Puede que no lo admitamos, puede que lo escondamos bajo el rugir de las guitarras y la voz de McDonald, pero ahí está: ese momento en que confundimos lo que creemos que pasó con lo que realmente ocurrió. Y no me pasó a mí (eso juro), pero sí le pasó a un cuate.  

La historia de mi amigo: el tonto que creyó

Él también tenía su canción, su momento, su cassette mental grabado. Me contaba que había conocido a una chica hace años, alguien con quien, según él, había tenido una “conexión especial”. Aquella tarde de verano, charlaron durante horas, rieron, cruzaron miradas. Para él, ese encuentro se quedó marcado como una de las historias más bellas de su vida: algo que podría haber sido el inicio de una gran relación, algo único e irrepetible.  

Pero el tiempo y un nuevo reencuentro años después le arrojaron la verdad como un balde de agua fría. 

Se encontraron por casualidad, y mientras él se esforzaba por recordar aquel día y revivir esa chispa, ella apenas lograba situar el momento.  

—Ah, ¿sí? Claro, creo que nos vimos una vez —respondió ella con la sonrisa distraída de quien recuerda algo sin importancia.  

Mi amigo se sintió como el protagonista de la canción: un tonto que había creído en una historia que solo existió en su cabeza. Mientras él había alimentado la idea de un momento mágico, ella nunca lo percibió de la misma manera.  

Lo que un tonto cree  

Aquí es donde entra «What a Fool Believes». La canción describe perfectamente ese fenómeno: un hombre que intenta recrear un recuerdo que solo él considera especial. La frase «Lo que un tonto cree, él lo ve» encapsula toda la situación. Nuestra mente nos juega trucos, especialmente cuando la nostalgia y el deseo intervienen. A veces no importa lo obvia que sea la realidad; preferimos aferrarnos a lo que queremos creer. Porque, como dice la letra, «Lo que parece ser, siempre es mejor que nada».  

But what a fool believes he sees

No wise man has the power to reason away

What seems to be

Is always better than nothing

And nothing at all keeps sending him

Y ahí está la trampa: en lugar de aceptar que algo fue insignificante o simplemente no mutuo, lo idealizamos, le ponemos una capa de grandeza, de épica, como si de una canción o película se tratara. Al final, nos engañamos a nosotros mismos.  

Pero no hay que culparnos tanto. Somos humanos, y los recuerdos tienen esa cualidad escurridiza y moldeable: los reconstruimos con el tiempo, les añadimos detalles, los volvemos lo que queremos que sean. Y como mi amigo, nos quedamos sentados en el porche de la memoria, con una grabadora imaginaria reproduciendo una cinta que nunca fue real.  

Reflexión final

«What a Fool Believes» de los Doobie Brothers no solo es un éxito del soft rock ni una melodía con ritmo pegajoso. Es una reflexión atemporal sobre el autoengaño y sobre cómo a veces las historias más grandes solo existen en nuestra mente.

Quizá sea inevitable: todos llevamos algún cassette mental en el que hemos grabado momentos que no fueron exactamente como los recordamos. Y aunque la verdad nos duela, también tiene algo liberador: nos permite soltar las ilusiones y mirar el presente con mayor claridad.

Como dijo Michael McDonald, quizá no haya «sabio que pueda razonarlo», pero tal vez, al final del día, entender que fuimos «tontos» también es parte de crecer. Y eso sí, con la mejor banda sonora de fondo.

Porque, después de todo, el recuerdo siempre suena mejor en una grabadora Panasonic.

P.D.: A mi amigo, si lees esto… lo siento por contar tu historia. Prometo que la próxima vez usaré un nombre falso. ¡Pero admítelo, bro, quedaba perfecta con la canción!

Extras

La canción «What a Fool Believes» fue lanzada en 1979 como parte del álbum Minute by Minute y rápidamente se convirtió en un clásico del soft rock.

– La canción fue innovadora en su tiempo por su mezcla de soft rock con influencias de R&B y funk.

– La voz de Michael McDonald y sus armonías vocales distintivas contribuyeron a que el tema se convirtiera en un clásico atemporal.

– «What a Fool Believes» fue un éxito comercial, alcanzando el número 1 en el Billboard Hot 100 y ganando dos premios Grammy (Canción del Año y Grabación del Año).

– Ha sido versionada por varios artistas a lo largo de los años y se mantiene como una referencia dentro del “Yacht Rock”, un género asociado con el rock suave y pulido de finales de los 70.


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