Mi Encuentro con Paul McCartney: Un Viaje de Nostalgia y Emoción

McCartney no solo fue un Beatle, también fue el creador incansable detrás de Wings y un pionero en su carrera en solitario. Para muchos, él era el corazón melódico de The Beatles, siempre explorando, innovando y desafiando los límites de lo que se podía hacer en una canción pop.

noviembre 9, 2024

Por Arturo Roti

Paul McCartney no es solo un nombre en la historia de la música; es prácticamente una institución. Para mí, su influencia fue profunda y personal, una chispa que encendió mi amor por la música cuando apenas tenía diez años. La cita que tenía hoy con Sir Paul era especial, el sueño de ver en vivo a un semidiós de Liverpool, a uno de los Beatles que me cautivaron siendo un niño. Recuerdo cómo el novio de mi hermana, quien luego sería mi cuñado, me grabó un casete con canciones de The Beatles. No tenía idea del peso que tendría esa cinta en mi vida musical. Era la década de los setenta, y la música era un mundo misterioso y fascinante y además era un mundo aún muy alejado del Internet ni letras traducidas a la mano, me armé con un diccionario inglés-español y, frase a frase, fui descubriendo sus secretos. Cada verso comprendido era como si el universo me revelara una verdad escondida.

De todas esas canciones, “The Long and Winding Road” fue la que realmente me marcó. A mis diez años, quizás no entendía plenamente el significado detrás de las palabras, pero sentía una conexión inmediata y profunda. Era como si cada nota y verso de Paul hablara directamente, y ese fue el momento en que comprendí que la música podía tocar el alma.

Vivo cerca del estadio BBVA, así que decidí caminar los quince minutos que me separaban de mi cita con Paul. Para mi mala fortuna, comenzaron a caer unas gotas de lluvia, pero ya estaba en camino y no me detendría. Al llegar, el caos en las filas era evidente. Gente enojada, desinformación, algunos gritaban sin rumbo. Decidí relajarme y, en medio del bullicio, traté de calmar a los fans a mi alrededor. “Si todos gritan, nadie se va a entender”, les dije. Con algo de paciencia, conseguimos ayuda del equipo de seguridad y, finalmente, entramos. Busqué a mis amigos de muchos años para hacer “bolita” y nos preparamos para vivir el concierto.

McCartney no solo fue un Beatle, también fue el creador incansable detrás de Wings y un pionero en su carrera en solitario. Para muchos, él era el corazón melódico de The Beatles, siempre explorando, innovando y desafiando los límites de lo que se podía hacer en una canción pop. Su habilidad para mezclar géneros y su intuición melódica le permitieron construir un repertorio que va desde la balada más íntima hasta el rock más potente.

Con una demora de 45 minutos, porque como dijo el organizador “aquí vamos a empezar hasta que estén todos adentro” y lo cumplió, cuando finalmente comenzó, arrancando con “A Hard Day’s Night,” reviví aquel casete que me tiene aquí hoy. Cada tema de The Beatles, Wings y su carrera solista fue un golpe de nostalgia y emoción. Nunca imaginé escuchar en vivo “Maybe I’m Amazed,” de su primer álbum en solitario, *McCartney*. Para ese punto, mis pies ya resentían el cansancio y decidí mudarme a una butaca para seguir disfrutando en comodidad.

Me sorprendió gratamente escuchar a Paul hablando en un peculiar español: “Buenas noches, regios,” “Que ha habido raza,” “esto está conmadre,” “esto está chido.” Y, en un momento especialmente conmovedor, introdujo “Here Today,” el tema que escribió en memoria de John Lennon. Recordé el pleito que ambos tuvieron en los setentas, reflejado en canciones como “Too Many People” y “How Do You Sleep?” Ambos temas reflejan la complejidad de una amistad y colaboración que fue tan creativa como tormentosa. Aun así, ambos nunca dejaron de tener respeto mutuo y, al final, el vínculo musical y emocional que los unía prevaleció sobre cualquier desavenencia.

En mi cita, cada canción me traía un recuerdo nuevo. Cuando tocó “Something” en homenaje a George Harrison, pensé en lo que representa esa letra romántica, la más hermosa jamás escrita para alguien amado. La energía cambió radicalmente con “Live and Let Die,” donde las explosiones y pirotecnia hicieron vibrar el estadio donde todo era un sube y baja de emociones. Luego, con “Hey Jude,” se me hizo un nudo en la garganta. Era imposible no sentirla al ver a Paul y a 49 mil personas cantando juntos. No hay palabras para describir lo que sentí en ese momento; cualquier intento sería insuficiente.

La estocada final vino con el cierre, “Golden Slumbers” y “Carry That Weight” me llevaron a reflexionar sobre el significado de su letra que habla sobre la responsabilidad y toda esa carga emocional que llevamos a lo largo de toda nuestra vida, un tema muy duro y demoledor. No pude evitar recordar a mi madre y esos momentos difíciles en sus últimos días. Mis lágrimas volvieron a aparecer. Sir Paul, es usted un genio, y su música seguirá siendo el refugio de muchos de nosotros.

Mientras regresaba a casa, iba pensando en lo que Paul significa para tantos. Más que música, él es un puente hacia la nostalgia y los recuerdos, un camino sinuoso que invita a explorar, a descubrir, a llorar y a celebrar.  Desde sus primeros años en Liverpool hasta sus incursiones en la música clásica y sus recientes colaboraciones con artistas modernos, McCartney ha trascendido generaciones. Su influencia es palpable no solo en la música pop y rock, sino también en mi vida personal y en la de millones de personas en todo el mundo. Es, sin duda, uno de los grandes arquitectos de la música contemporánea, y su legado seguirá resonando para futuras generaciones de soñadores y músicos. 

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Imagen portada: Jorge López | MILENIO.

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