Por Enrique Ruiz
Las constelaciones tienen nombres de animales, y los planetas de dioses griegos… No había considerado esa distinción hasta que lo mencionaron en una conferencia en el Planetario Alfa.
En la antigüedad, observar el magnífico universo que se despliega en nuestra bóveda era un espectáculo reflexivo, algo que ahora está oculto a nuestro interés, primero por el frenesí de la vida, y segundo por las luces de la calle.

La diferencia en los nombres dados a las constelaciones y a los planetas en la antigüedad no significa que ellos ya comprendieran el sistema solar y las distancias inconmensurables de éste con las estrellas, sino a un acto simple de observación: los planetas se mueven distinto al resto del universo desde la mirada de la tierra. A veces avanzan al oeste, luego retorceden al este, o a veces se quedan inscritos en alguna constelación por un tiempo. Entonces los griegos nombraron a esas estrellas con nombres de dioses, humanamente dioses, como solía tenerlos en su panteón, humanamente errantes, contradictorios y egoístas.
Es una hermosa metáfora de cercanía a lo que somos: humanos, como decir un desorden del universo, en el desorden de todo, una micro perturbación, una catástrofe empeñada en destruir su propia existencia sin que haya algo que detenga la caída que no queremos reconocer aquí ahora.
Somos nosotros, si, pero ese nosotros está pensado desde la cultura europea. Somos mentalmente europeos viviendo en América, pensando con palabras en español, constituídos como una sociedad democráticamente orientada, en las posibilidades que nuestro pasado glorioso de conquista y liberación nos permite. Los griegos antiguos nos quedan lejos pues los conocemos por lo que Europa pensó y repensó de ellos. Aún más: somos el resultado de aquella confusión y confrontación de la conquista, y todavía hay grupos sociales en México que no aceptan esa asimilación.
La mayoría seguimos el paradigma de la modernidad, sin embargo nos sabemos malhechos, incompletos. Como nación tenemos una escueta tecnología propia, tampoco producimos conocimiento científico significativo para el mundo, así que estamos en la periferia de la modernidad. Somos dependientes en muchos aspectos, y nombramos el universo de las cosas en que vivimos con el lenguaje de los conquistadores del pasado y del presente.
Hay otros lenguajes, otros universos, otras relaciones del ser con el mundo, que deliberadamente ignoramos pues está implicito en la forma de ser modernos que se deben suprimir, supuestamente por primitivos, limitados o pobres, comparados con la potencia de la razón y el pensamiento lógico matemático de la verdad científica que nuestra educación pretende.
Quizá a eso se refiere lo que el sábado 13 de julio se mostró en el conversatorio del Museo Marco que tuvieron a cargo Gabriel Rossell + Jesús de la Torre Santiago. El primero mexicano, el segundo huichol mexicano.

Dos momentos le dieron el tono a la conversación. El primero cuando Gabriel Rossell optó por ser discreto y ceder la palabra casi completamente a don Jesús, y el segundo cuando don Jesús dijo que él no era un artista, lo cual significa que su quehacer no es propio de los requisitos del mundo del arte. No es el caso de alguien que tiene conceptualizado ese asunto y renuncia a ello. Mas bien se trata de alguien que a través de sus palabras permitía ver un modo diferente de hacer su trabajo visual, bastante relacionado con lo que dice Heidegger en La proveniencia del arte y la determinación del pensar ( http://goo.gl/nQUIOJ ).
Habló con sencillez, con buen sentido del humor, y utiliza el idioma español como segunda lengua. Describe entonces que primero aprendió a copiar las representaciones de los huicholes, las que se ofrecen a los turistas, las cuales están simplificadas o modificadas para agradar a dichos consumidores, pero después inició un largo proceso reflexivo de los saberes huicholes, siendo el mismo parte de la comunidad de Santa Catarina, en la sierra de Jalisco. Para eso estuvo conversando y aprendiendo de las autoridades espirituales que guardan ese saber, los Muraakames. Así aprendió detalles del contenido de los símboles que se despliegan en el basto universo huichol, pero mas importante, estableció una nueva relación personal con ese pensar y las prácticas que devienen de ahí, de tal modo que su trabajo empezó a reflejarlo. Para lograrlo, debió someterse a la aprobación o el rechazo de un chamán, así con cada obra que producía. El permiso es para asegurar que sus trabajos visuales sean capaces de hablar en nombre del pueblo wirrarica. El sentido de comunidad y colectividad se basa en estos lazos. Es interesante porque nos hacía ver que el acto imaginativo, la reflexión intuitiva y el despliegue técnico se funden en la labor de hacer visible lo propio de los huicholes, aún dentro de un márgen considerable para la interpretación personal.
Si quisieramos contrastarlo con el artista que si es artista, el artista occidentalizado, acá tendríamos que referinos a un sujeto autónomo, es decir, a un ciudadano con derechos y obligaciones que busca expresarse individualmente utilizando las técnicas y recursos del arte. Esto es, utilizando un conocimiento de una esfera específica, históricamente determinada. Además, para llegar a serlo, se habrá sujetado a las posibilidades de legitimación de esos saberes institucionalizados, usando como estrategia su capacidad inventiva o especulativa, pues lo que está en juego es un arte-de-hacer entendido como un discurso personal subjetivado. Este quehacer se ofrece através de objetos o asuntos que son manejado socialmente como mercancías culturales en perpetuo movimiento de ruptura e innovación.
Bueno, también es cierto que algunas formas del arte contemporáneo invocan aquella virtud colectiva, desinteresada y pura, de la producción de las representaciones de la cultura como parece suceder con los huicholes, pero creo que la verdad del arte actual está mas cerca de Damian Hirst (y su calavera de diamantes) que de aquello.
Las palabras de don Jesús no sólo describieron sus procesos, sino que además señalaron la necesidad de apoyo solidario que tiene este pueblo, pues en el apego a los usos y costumbres de su cultura se han venido enfrentando a que sus sitios sagrados están siendo privatizados, como es el caso de las mineras en Real de Catorce, o con el cierre de acceso a Guitarritas, aquí, en la zona de la Huasteca; «antes como quiera, nos pasabamos por debajo de la cerca de púas, pero ahora hay otro tipo de cerca que ya no podemos pasar» dice de Guitarritas.
Los sitios sagrados son fundamentales para desplegar su cosmogonía. En estas restricciones se confronta no solamente la privatización de la tierra que supuestamente es de todos, desde siempre, sino que además se corre el riesgo de perder ciertas prácticas espirituales. Sus sacrificios al peregrinar y al ofrendar en estos lugares tienen a bien producir cambios para beneficio de toda la humanidad. Lo dicen explicitamente así desde tiempos remotos. Entonces resulta inconcebible que tales lugares sean bloqueados, pués «¿quién actúa en contra de toda la humanidad así?».
Foucault ennumera tres características de la espiritualidad como forma de conocimiento del si mismo en Hermeneútica del sujeto, que creo que se pueden extrapolar al caso:
En primer lugar, la verdad no le es concedida al sujeto de pleno derecho, sino que por el contrario el sujeto debe, para acceder a la verdad, transformarse a sí mismo en algo distinto. El propio ser del sujeto está por tanto en juego, ya que el precio de la verdad es la conversión del sujeto.
En segundo lugar, no puede existir la verdad sin una conversión o sin una transformación del sujeto. Esta transformación se realiza a través del impulso del eros, del amor — movimiento a través del cual el sujeto se ve desgajado de su estatuto—, y por medio del trabajo que el sujeto realiza sobre sí mismo para convertirse al fin en un sujeto capaz de lograr la verdad mediante un movimiento de ascesis.
En tercer lugar, el acceso a la verdad produce un efecto de retorno de la verdad sobre el sujeto. La verdad es lo que ilumina al sujeto.
Para la espiritualidad, la verdad no es en efecto simplemente aquello que le es dado al sujeto para recompensarlo en cierto modo por el acto de conocimiento y para completar este acto de conocimiento. La verdad es lo que ilumina al sujeto, lo que le proporciona la tranquilidad de espíritu. En suma, existe en la verdad, en el acceso a la verdad, algo que perfecciona al sujeto, que perfecciona el ser mismo del sujeto o lo transfigura.
Para nosotros los occidentales, la espiritualidad está disminuida a un estado residual de la tradición judeo-cristiana de separar cuerpo y alma, o a un intento vano de acceso a una subjetividad que permanentemente es aplastada por los dispositivos de gobierno y de control, y que por lo tanto pierde mucho de su capacidad autogestiva.
Para los huicholes las amenazas a su corpus cultural son, además, los católicos y cristianos que siguen al asecho para terminar el proceso de evangelización. También los massmedia en la forma de Dish que propician que se rompan moldes de comportamiento y valores que les son propios. El celular los integra de golpe al mundo de las comunicaciones facilitando la migración laboral. Y los políticos insisten en hacer de ellos un objeto de representación. Aún así se sostienen en cierta autonomía, tal vez por el proceso mismo de sus actividades nómadas, su movilidad, y que su formación espiritual sigue presente. Para ampliar un poco esto pueden ver: http://goo.gl/1GpCv
Después de la conversación hubo acceso a las dos exposiciones: Mesocosmos y La ruta mística. En ambas se abordan otras narrativas sin-lugar que quedan atrapadas entre lo moderno que oprime y lo posmoderno que intenta desoprimir: el arte como documento de un conocimiento no-científico, las experiencias del ser y su existencia en el mundo, el anhelo legítimo de una espiritualidad sea antigua o sea contemporánea.

No hace mucho ví los videos de Liza Park. Es un trabajo en esta misma orientación, en esta necesidad de plantear lo espiritual como presencia o evidencia de algo. Su trabajo consiste en procesar ciertas actividades de su cerebro en distintos estados para convertirlas digitalmente a sonidos que después son visualizados en patrones de ondas que se producen en la superfice de platos con agua: http://goo.gl/0B42w

Música con la mente: las concomitancias con la subjetividad, la posible materialidad del tao u otros estados emocionales son variadas. Euonia, le llama.
Pues si, las estrellas siguen ahí, solo hay que levantar la mirada.
*Texto previamente publicado en posdataeditores.com