Por Arturo Roti
Hablar del fanático del rock y metal mexicano es referirse a una tribu apasionada, leal y, paradójicamente, a pesar de su apariencia ruda, increíblemente optimista. Con chalecos llenos de parches, camisetas negras y cuernos al aire, el metalero mexicano es capaz de recorrer cientos de kilómetros y gastar grandes sumas de dinero para asistir a sus festivales favoritos, aunque sepa que muchas veces el destino puede jugarle en contra.
Esto, a pesar de las malas experiencias, como lo sucedido en el Force Fest 2018, donde el evento quedó marcado por problemas organizativos y cancelaciones de último momento. El evento prometía ser épico, con bandas como Lamb of God y Rob Zombie como cabezas de cartel. Sin embargo, la realidad fue otra. Las condiciones del terreno y la lluvia provocaron un caos total, y varias de las bandas estelares nunca subieron al escenario. Los fanáticos que habían viajado desde distintos puntos de México y más allá, se vieron envueltos en una pesadilla de lodo, frustración y cancelaciones.
Un año más tarde, en 2019, el Knotfest México fue otro trago amargo para el público. Tras la caída de una valla de seguridad y la invasión del escenario, Slipknot y Evanescence cancelaron sus presentaciones por motivos de seguridad. El descontrol se apoderó de los asistentes, y algunos fanáticos prendieron fuego a instrumentos y equipo. Aun así, la mayoría mantuvo la compostura, fieles al espíritu de hermandad que define a la comunidad metalera.
Estos incidentes no son aislados en el mundo de los festivales de metal en México. Un ejemplo claro es la edición de 2014 del Hell and Heaven Fest, que enfrentó una cancelación abrupta debido a la falta de permisos gubernamentales, a pesar de haber vendido más de 30 mil boletos. El festival, que venía de realizar cuatro ediciones exitosas, fue frenado por las autoridades a solo días de su realización, dejando a los fans frustrados y marcando un precedente negativo en la organización de grandes eventos en el país.
El México Metal Fest es o fue uno de los eventos más importantes para los amantes del metal en México y América Latina. Desde su primera edición en 2016, este festival logró consolidarse como un referente del género, ofreciendo un espacio donde las bandas más icónicas del metal mundial compartían escenario con talentos emergentes y locales. El festival se llevaba a cabo en Monterrey, Nuevo León, y creció rápidamente en tamaño y popularidad, atrayendo a fanáticos de todo el país y del extranjero.
Lo que distinguía al México Metal Fest era su curaduría musical. El evento se enfocaba en presentar alineaciones cargadas de calidad y potencia, reuniendo a leyendas del metal en todas sus vertientes: desde el death y el black metal hasta el thrash y el heavy metal clásico. Bandas legendarias como Venom, Kreator, Emperor y otras pisaron su escenario, creando experiencias inolvidables para los asistentes. Además, el festival no solo se limitaba a traer actos internacionales; también daba espacio a proyectos nacionales, impulsando la escena local y fortaleciendo la comunidad metalera del país.
La promotora Cacique fue una de las principales fuerzas detrás del México Metal Fest hasta que decidió separarse del proyecto y crear su propio festival, el MxMF Metal Fest. La separación ocurrió debido a diferencias creativas y organizacionales entre los socios de la promotora y los organizadores del México Metal Fest. Tras esta división, Cacique optó por lanzar un nuevo evento enfocado en mantener la esencia del metal en México, el MxMF Metal Fest, buscando consolidarse como una alternativa fuerte en la escena del metal.
Recientemente, el México Metal Fest en Monterrey se vio envuelto en controversia tras anunciar la cancelación del evento, que estaba programado con cabezas de cartel como King Diamond y KK’s Priest. A solo pocos días del festival, se informó de su cancelación, dejando a miles de fans decepcionados. Para compensar, se organizó una «fiesta» con algunas de las bandas previamente anunciadas, pero sin los grandes actos. Los asistentes con boletos entraron gratis, con la promesa de recibir el reembolso completo en una fecha futura, lo que generó una mezcla de opiniones entre la comunidad metalera.
¿Y por qué sigue volviendo el metalero mexicano, año tras año, a pesar de tantas decepciones? Porque el fanático del rock y metal en México no es solo un consumidor de música, es parte de una comunidad que trasciende lo comercial. Sabe que, aunque las promesas se rompan y los escenarios se caigan, la música sigue siendo un refugio. Los metaleros creen, y vuelven a creer. Son fieles a su pasión, al ideal de una experiencia colectiva donde las guitarras, la batería y los gritos desgarradores son el lenguaje universal que los une.
En el fondo, el metalero mexicano es una figura de esperanza, alguien que sigue confiando en que cada evento será el definitivo, el inolvidable, el que no solo le devuelva su inversión económica, sino que le pague con algo mucho más valioso: la adrenalina y la conexión con su tribu, con su música.
Así, con chaleco al hombro y boleto de festival en mano, sigue apostando, viajando, y creyendo en la próxima vez. Porque la promesa del próximo concierto es siempre más fuerte que la decepción del anterior.