Por Genaro Huacal
Un padre mata a su propio hijo jurándole amor eterno, un niño descubre fascinado que el hermano mayor de uno de sus amigos es asesino, un padre obliga a su hijo adolescente a acompañarlo a vender drogas, una adolescente trabaja clasificando restos humanos en una fosa común en los Balcanes, un maestro enviado a las minas bolivianas tiene por vecino a un minero violento, un estudiante latinoamericano en el sur de Estados Unidos se vuelve loco enamorado de Billie Ruth.
Una caterva de personajes insólitos asoman por las páginas de este libro de Edmundo Paz Soldán con un desparpajo rampante como los cínicos griegos, no cualquiera. “La violencia de sus personajes vela, desvela, revela el intenso desasosiego existencial que los anima.”
Cuentos breves y no tanto se conjugan al compás de la pluma pazsoldeana bajo el título general de Billie Ruth, los paisajes son urbanos o todo lo contrario con toques realistas o fantásticos según el tema y su tratamiento con la bendición de Mario Vargas Llosa, como de costumbre.
Con una soltura simple, sencilla, el autor captura nuestra atención como si nada, como si fuera una proyección y nosotros en la butaca los ávidos de palomitas de maíz sin parpadeo.
Sin guiños ni señales nos deslizamos suavemente línea por línea atestiguando los recovecos del corazón humano sin ninguna sospecha ni malicia. No se nota el arte narrativo pazsoldeano, como debe ser, para sorprendernos con acciones inesperadas.
Nos pinta los paisajes cual pintor impresionista para presionar e impresionarnos con un final de dos palabras en “El acantilado”.
“(…) Llegaron al borde del acantilado. Era un espectáculo imponente, el verde turquesa del océano conjuntado en el horizonte con ese azul profundo del cielo, mientras las nubes se abrían como expectantes. Quizás era verdad lo que decía su padre, pensó por un segundo para luego descartarlo.
“El niño miró hacia abajo y lo visitó una sensación de vértigo. Sería mejor levantar la vista o cerrar los ojos.
−Eres lo más hermoso que tengo en la vida –dijo el padre. Te extraño mucho cuando no estás conmigo.
−Yo también te extraño –dijo el niño, pero en sus palabras no había convicción.
−También eres lo más hermoso que tu madre tiene en la vida.
Vio a su madre esperándolo al salir del colegio, apoyada en la puerta de la camioneta, la cara que se iluminaba apenas él iba a su encuentro. Entonces comprendió.”
Si estuviéramos en un cine la muchedumbre gritaría sintiéndose inteligentes a pesar del dato oculto.
Desde el principio EPS se atrinchera dispuesto a conquistarnos a sangre y fuego, hasta la victoria siempre, no rinde su propuesta narrativa. Por el contrario, eleva sus pretensiones.
Con un homenaje a Cortázar parte del cuento de todos conocido “Casa tomada” para terminar haciéndolo suyo en un ejercicio malabar doblándose y desdoblándolo.
Necesitamos osadía para atrevernos a tanto sin morir en el intento. Simplemente toma y retoma “Casa tomada” ante nuestra perplejidad de lo complejo.
Con diferentes enfoques y maneras de atacar sus historias EPS muestra su paternidad plural en vástagos singulares, ninguno se parece a otro. Cada uno es quien es sin rasgos familiares, como debe articularse, constituirse un libro de cuentos.
Su calidad no se discute, su manejo de lenguaje no se nota, simple espejo reflejante de las vicisitudes universales, ajenas a nadie. Saludos.